jueves, 28 de diciembre de 2017

KID CONGO & THE PINK MONKEYBIRDS. "HAUNTED HEAD" (2013). Deconstruyendo el garage rock


Kid Congo es un tipo con suerte. Y no solo porque haya tocado con algunas de las leyendas del rock alternativo de las últimos tres décadas (Gun Club, Cramps, Nick Cave & The Bad Seeds) sino porque también ha sido un superviviente de una generación en que vivió demasiado rápido (Jeffrey Lee Pierce y Lux Interior ya son cadáveres exquisitos y la heroína estuvo a punto de llevarse también a Nick Cave). En lo que no tuvo suerte fue en el aspecto comercial, pero cualquiera que conozca a Kid Congo sabe que él no es de esa clase de músicos... y aquí está este oscuro pero fascinante álbum, Haunted Head de 2013, para corroborarlo.

Congo, que fue guitarrista en las citadas bandas, pronto buscó construir su propio proyecto musical, primero junto a Patricia Morrison, bajista de Gun Club, con quien creó Fur Bible y luego en Congo Norvell, junto con Sally Norvell. Y ya a partir de la década pasada encabezó Kid Congo & The Pink Monkeys. De esta última formación he decidido comentar su álbum de 2013 porque es un buen ejemplo de como Brian Trsitan, alias, Kid Congo, parte de las raíces del punk (el garaje más sucio, el blues más oscuro y el surf rock más desquiciado) para subvertirlo y hacer que vuelva a sonar excitante a casi 40 años vista de la revolución del imperdible.

En casi todo el álbum predomina lo instrumental ya que Kid Congo la mayor parte de las veces recita más que canta. El primer ejemplo de esto es precisamente el primer corte, titulado "Lurch", un tema con un riff demoníaco envuelto en trémolos que recuerda al mismísimo Link Wray (como Congo, un guitarrista de ascendencia nativa americana). Las reverb, los ecos y la oscuridad del sonido recuerda a la crudeza de los primeros Cramps. Le sigue, "Su Su", un corte que mezcla el garage rock y el funk y en el que Congo también recita la letra. En este caso las referencias se orientan más a los Gun Club aunque a veces parece que uno está escuchando a los Fuzztones de Rudy Protrudy. Más en sintonía con el espíritu de los Nuggets y los Pebbles, "Killer Diller" suena como los Count Five recién lobotomizados compitiendo con los Leaves a ver quién hace la versión más guarra del "Hey Joe". Para subirse por las paredes. Por su parte, "I Don't Like" es pura mala hostia punk al estilo del 77, cuando el garrulismo punk derrochaba frescura y no se había convertido ruido monótono hecho por monjes vegetarianos.



Pero para inyección de anfetamina garagera "The Rad Lord Retun", un tema instrumental que recuerda a esos himnos moteros (como el "Blues Theme" de Dave Allan & The Arrows) de la segunda mitad de los 60 exquisitamente gamberros. Uno de los mejores cortes del disco. Le sigue el tema que da título al disco en el que Kid Congo y banda se aproximan al cow-punk denso y siniestro de Gun Club y descargando en mitad del tema una auténtica tormenta de electricidad al estilo de ese "Days of Wine of Roses" de The Dream Syndicate. Otro grandísimo tema de este disco.



"Lady Hawke Blues" es un blues instrumental, deconstruido, por así decirlo, y reducido a su mínima expresión. No hay nadie que cante pero sí un barullo de voces humanas de fondo. Aquí se ve la diferencia entre un grupo revivalista de las raíces del rock al uso y la intrépida propuesta de Kid Congo. Le sigue un esperpéntico tema surfero, "Let's Go", en el que el ex-guitarrista de Gun Club usa el espejo deformante del expresionismo estilo The Residents para conseguir partiendo de la tradición un producto único. Del mismo espíritu iconoclasta está imbuido "Loud and Proud", a medio camino entre el blues rock y el garage, está lleno de guitarrazos, acoples y voces reverberadas.



Mucho más elegante es "222", un tema hipnótico y bluesy de ritmo pausado sobre el que Kid Congo recita  con voz fantasmal. Y tras él llega otro punto álgido del LP, "Dance Me Swamply" un tema con un riff lleno de magia y misterio que recuerda a los Gun Club del The Las Vegas Story. Como dije, uno de los mejores temas del disco al que pone un suave punto final "Lamont's Requiem" con un toque de surf rock latino a lo Sentinels. Me corrijo: no es el último tema ya que hay un hidden track , una extraña pieza de doo-wop / surf vocal a la que se ha insuflado altas dosis de esa osadía sonora de la que los Residents hacían gala. Es la bala en la recámara de un músico que parece haber nacido para romper moldes.