jueves, 16 de octubre de 2014

JOHN FAHEY: EL GUITARRISTA QUE ERA DEMASIADO MISTERIOSO PARA EL MUNDO

Sean O'Hagan
The Guardian, 26/11/2013

[Ha sido una suerte haber podido encontrar y traducir un artículo sobre uno de mis guitarristas favoritos, John Fahey, escrito por otro músico al que admiro, Sean O'Hagan líder de The High Llamas y ex guitarrista de Stereolab. Dicha circunstancia compensa el hecho de que el artículo tenga un año de antigüedad y que por tanto la referencia al estreno del documental In Search of Joe Death: The Saga of Blind John Fahey en el canal 4 de la BBC haya perdido su vigencia. ]



Adoptó pseudónimos cuando nadie había oído hablar de él y fue hundiéndose en la pobreza y el alcoholismo. Pero Fahey era uno de los pioneros del blues y del folk americano como muestra una nueva película .

Compré mi primer álbum de John Fahey en la misma época en que descubrí las novelas y cuentos de Richard Brautigan y los dos americanos inconformistas están relacionados en mi conciencia hasta hoy. El álbum en cuestión era The Transfiguration of Blind Joe Death, originalmente publicado en 1965 con su portada adornada con iconografía gótica en el propio sello Takoma de Fahey y más tarde reeditado en el sello Transatlantic.



El nombre parecía evocar la mitología de una América antigua y perdida que me hizo conectarlo de una manera vaga con los títulos de los libros de Brautigan como Trout Fishing In America, In Watermelon Sugar o A Confederate General From Big Sur.

Tanto Fahey como Brautigan eran responsables de travesuras y también de mitos, que jugaban con la forma y la tradición. Ambos parecían pertenecer a una era más antigua - en la portada del libro de la editorial Picador de Trout Fishing In America. Bautigan parece como si le hubiera encantado juntarse con The Band en Big Pink. En muchos aspectos eran artistas esclavos de lo que Greil Marcus solía llamar "la extraña vieja América", cuyo rastro solo permanece en cuantos populares y baladas, en las versiones más antiguas y de sonido más primitivo del folk, blues y country. Pero también eran, cada uno a su manera, experimentadores abriéndose camino de manera gamberra y no muy reverente a través de nuevas formas y nuevos lenguajes.



Como descubrí más tarde, The Transfiguration of Blind Joe Death era un título pensado para confundir. Asimismo, en las extrañas y pretenciosas notas de la carátula del disco - "un repugnante, degenerado, insípido y joven folclorista de la Fundación Croata Isaiah Nettles para la Investigación Etnológica deambuló hipnotizado entre las mansiones de mármol en Mattapon, Massachussetts"... - Fahey se lo estaba pasando bien a su manera a costa de los coleccionistas de música blues y folk, de los cuales, irónicamente, él era uno. La música, sin embargo, era otra cosa: intricada, intrigante, con múltiples capas, resonante. Ha permanecido conmigo desde entonces, convirtiéndose, a través de los años, en una constante.

Esa música es principalmente solista y acústica, tocada con una guitarra de cuerdas de acero. Recuerdo perfectamente cuando era un joven receloso de comprar un álbum entero de instrumentales de guitarra acústica pero cuanto más escuchabaThe Transfiguration of Blind Joe Death de fondo mientras echaba un vistazo a los estantes de una tienda de discos de segunda mano desaparecida hace tiempo en Camden Town, más proyectaba su hechizo.




En las manos de Fahey, un único tema puede llevar ecos de todos los viejos músicos a los que admiró -baladas folk tradicionales, blues, bluegrass, gospel, espirituales- pero simultáneamente suena bastante nuevo y único. Cuando interpreta una vieja canción como "John Henry" o incluso "Bicycle Built For Two", la revitaliza con la incansable imaginación de su música. En "Old Southern Medley" incluida en The Transfiguration of Blind Joe Death, incluso enumera los músicos que está evocando: el gran escritor de canciones americano Stephen Foster, el adorado por Fahey Charley Patton y también Daniel Decatur Emmett, un escritor de canciones autodidacta y músico que fundó la primera compañía de mistrel de cara teñida de betún en 1843.

Los gustos de Fahey tendían hacia lo añejo y minusvalorado, lo extraño y lo primitivo, y su manera de tocar la guitarra parece invocar el espíritu de los ya desaparecidos pioneros del blues y del ragtime. Nadie más que él, salvo el Dylan de The Basement Tapes, es quizá el vínculo central entre las diversas y casi olvidadas músicas folclóricas de otra América más antigua y los cantantes y los músicos contemporáneos libremente agrupados bajo el epígrafe de "Americana".




En un nuevo documento sobre Fahey, In Search of Joe Death: The Saga of John Fahey que está circulando por festivales de cine independientes y será emitida por la BBC4 en diciembre, el musicólogo Rod Bowman señala: "es difícil de imaginar cómo sería la música contemporánea si la gente como John Fahey no hubieran estado obsesivamente fascinada con la música americana de raíces de los años 20 y 30. Ese es el secreto de una hornada de rock'n'roll moderno. Era su sentido del collage, del paisaje sonoro y la disonancia lo que influencia a gente como [Pete] Townshend, Thurston Moore y Beck."

Sorprendentemente es quizá Townshend quien es más laudatorio en su evocación de Fahey, diciendo a los realizadores de la película que "¿Podría llegar a decir que él es el innovador? Creo que sí... Él es a todas luces merecedor del término iconoclasta. Ésta es su propia burbuja". Esa última parte es cierta no solo en cuanto a la manera de tocar de Fahey sino de su vida singular y singularmente excéntrica. Nació en Takoma Park, Maryland el 28 de febrero de 1939. Compró su primera guitarra en Sears & Roebuck por 17 $ a los 14 años y su nacimiento musical tuvo lugar cuando oyó "Praise God I'm Satisfied" de Blind Willie Johnson en vinilo de 78 r.p.m. en casa de un amigo.



"Me entraron nauseas así que le hice quitarlo pero siguió atravesándome la cabeza así que lo tuve que escuchar otra vez", le dijo al compositor musical Edwin Pouncey en una ilustrativa entrevista para la revista Wire en 1998. "Cuando la puso por segunda vez me eché a llorar. De repente era muy hermosa. Fue una especie de experiencia de conversión histérica que demostraba que me había gustado ese tipo de música desde siempre aunque yo no quería. De modo que me permití a mi mismo que me gustara".

Unos pocos años más tarde Fahey tuvo un encuentro incluso de más transcendencia con la música de Charlie Patton. Cuando descubrió una copia de High Water Everywhere. Su consiguiente obsesión con Patton fue tal que convirtió al músico de blues en el tema de una tesis para la obtención de un título de un máster. Esa obsesión le llevó a imitar la música que le gustaba a la guitarra, un talento que sorprendió a sus amigos y le llevó a la grabación de temas de blues en 78 r.p.m. en el sello Fonotone bajo el pseudónimo de Blind Thomas. Así que fue de esta manera, propiamente, con una elaborada broma, como comenzó la gran aventura que es la música de John Fahey en un estilo proto-postmoderno.

La grabación de Blind Thomas fue una especie de borrador accidental para The Transfiguration of Blind Joe Death y mucho de lo que sucedería después. "Él no paraba de elaborar el mito de John Fahey", dijo su ex-mujer, Melody, en el documental. "En cierto momento decidió que no era un cantante negro de blues, pero se lo pasó muy bien en cierta época haciéndose pasar por ello". Como incluso una rápida ojeada a la discografía de Fahey revela, él era también alguien que, consciente o inconscientemente, continuó haciendo gamberradas a costa de coleccionistas y forofos. Su mismo álbum de debut de 1959,  Blind Joe Death, no hay confundirlo con el mencionado The Transfiguration of Blind Joe Death (1965). Y para volver todo más confuso, The Legend of Blind Joe Deathpublicado en CD en 1996, es una versión ampliada de su debut.

Lo que es más, las notas originales de la carátula de Blind Joe Death fueron atribuidas por un lado a un oscuro guitarrista de blues llamado Blind Joe Death y por otro lado a Fahey. En sus notas de la carátula a la edición de 1966, Glen Jones escribe: "Éste es el primero de muchos subterfugios ideados por Fahey, cuyas futuras notas interiores (y las de su ayudante, Ed Denson) estarían llenas de mentiras, chistes privados, referencias oscuras y otras cosas absurdas a menudo escritas en un tono que se burlaba de los textos de estudiosos del blues y folcloristas de la época. Considerando el hecho de que Fahey era tan conocido entonces como su inventado colega blusero, uno se maravilla de cuánta gente fuera del inmediato círculo de amigos de Fahey 'captó' la broma (o le gustó) o de por qué él se molestó en llevar a cabo ese engaño en primer lugar. Aunque las respuestas más profundas a esa pregunta deben residir en los recovecos del coco de Fahey, el caso es que John siempre ha hecho lo que le ha dado la gana y antes que nada ha buscado pasárselo bien él."

El elemento bromista enmascaró una seriedad más profunda en la intención, no obstante. Fahey era también un perfeccionista que regrabó algunos de sus álbumes incluyendo el gran Death Chants, Breakdowns and Military Waltzes, inicialmente grabado en 1964 y después en una versión mejorada en 1967. (Se pueden oír varias versiones en la reedición de lujo del CD de 1999, y mira tú por dónde, la primera suena más atemporal y misteriosa.) En YouTube se le puede oír tocar la imponente "In Christ There Is No East Or West" en su versión original de Blind Joe Death y en una grabación en vivo más completa de 1968. Se puede incluso ver a un gimoteante Fahey más viejo tocándola y desglosándola para nosotros, pobres mortales.


Para el no iniciado The Transfiguration of Blind Joe Death Deathchants, Breakdowns and Military Waltzes son quizá los mejores lugares para empezar a adentrarse en la variada y extensa producción de Fahey aunque varias recopilaciones también proporcionan una buena valoración de su estilo. (Por suerte, YouTube está lleno de cosas de Fahey, de joven y de viejo, inspirado e indulgente.)

Tengo que admitir que, después de todos estos años, permanece siendo un misterio para mí lo que hace Fahey para hipnotizarme a pesar de que me lo explicaran varios experimentados guitarristas y fans de Fahey. Para mí la evidente destreza y la brillantez de la técnica aparentemente sin esfuerzo de la manera de tocar de Fahey es sólo una parte de la ecuación de su grandeza. Sus canciones a menudo actúan sobre mí como un hechizo a través del uso de extrañas afinaciones, su apoyo en la repetición, la disonancia y la melodía a capas y también la manera en que introduce constantemente nuevas variaciones sobre un mismo patrón. En pocas palabras, su manera de tocar me atrae en todo momento y me transporta a otro lugar: a un lugar que está cerca de la atenta ensoñación . (John Martyn en sus momentos de exploración más divagantes y neblinosas hace lo mismo de otra forma.)

"Pienso en mí como en un guitarrista clásico", Fahey dijo una vez, sonando arrepentido. "Pero se me clasifica como músico folk". Para mí sin embargo él es las dos cosas y ninguna. Su manera de tocar es demasiado singular para ser etiquetado de manera general. En Fare Forward Voyagers, por ejemplo, incorpora elementos de raga oriental (uno de los cuales se extiende a lo largo de una cara entera del vinilo) a sus ya complejos patrones musicales y el resultado es incluso más meditativo e hipnótico.

Tristemente, la vida de Fahey, en una época al menos, se inscribe en la desgraciada trayectoria de muchos de los olvidados músicos de blues que él admiraba. Cuando Pouncey se reencontró con Fahey en 1998, el músico estaba viviendo en una "caótica habitación de hotel" en Woodburn, Oregon. Había sobrevivido a un largo periodo de declive y dejadez en los 80 en el cual había sucumbido al alcoholismo y le habían diagnosticado diabetes. También había contraído el virus Epstein Barr, que le dejó demasiado cansado para actuar. Las cosas le iban tan mal que se había visto forzado a empeñar sus guitarras y rastrear mercadillos y tiendas de segunda mano para buscar discos clásicos raros para revender a coleccionistas.

Cansado del mundo y estoico, Fahey parecía despreciativo de su mejor música y mostraba a las claras el profundo pozo de tristeza y desesperación que subyacían a su a menudo serenas composiciones. "Yo estaba creando por mí mismo un mundo imaginario y hermoso y hacía ver que vivía allí, pero yo no me sentía hermoso", le dijo a Pouncey, "Estaba enfadado pero no era consciente de ello. También estaba muy triste, asustado y solo."

Por entonces, a pesar de todo, su fortuna habían cambiado una vez más a mejor. La publicación de una doble retrospectiva, The Return Of The Repressed, en el sello Rhino en 1994, había reavivado el interés por su música y le convirtió en centro de atención de una generación de jóvenes, muchos de los cuales habían oído su nombre de boca de gente como Jim O'Rouke o Thurston Moore o Beck. Había algo de justicia poética en esto dado que Fahey había sido de los primeros independientes, fundando Takoma a finales de los 50 y publicando sus propios discos y los de los músicos injustamente olvidados que el adoraba, desde el, como él, maestro de la guitarra de cuerdas de acero Leo Kottke hasta excepcionales talentos como Robbie Basho y veteranos cantantes de blues como Bukka White.

Fahey, entonces, era un prisionero en todos los sentidos, pero es su música la que ha perdurado. Parte de ella, como los dos álbumes que grabó para el sello Reprise en los setenta, Of Rivers and ReligionAfter the Ball, con el  principal atractivo de una orquesta de Dixieland, son en gran medida un gusto adquirido. Y lo mismo ocurre, por diferentes razones, con los últimos trabajos que grabó en los 90 en el sello Revenant, en los cuales tocó guitarras eléctricas cargadas de efectos y se deslizó a una zona marginal con la que en ocasiones era difícil para el oyente más entregado conectar. Una vez más, Fahey volvía a ser impulsivo e impredecible.  Una vez hizo un inspirado álbum de Navidad, The New Possibility (1969), que se convirtió en un éxito sorpresa y el, a menudo, hechizante Fare Forward Voyager (1973) era un conjunto de extensas meditaciones con solos de guitarra inspiradas por Los Cuatro Cuartetos de T. S. Eliot y dedicadas a un gurú hindú, el swami Satchidananda. Más tarde, Fahey reconoció que su breve inmersión en el misticismo asiático fue precipitada por haberse enamorado de la secretaria de el swami.



John Fahey siguió siendo un explorador y un iconoclasta hasta el final, publicando incluso unos cuantos volúmenes de escritos autobiográficos, incluyendo el maravilloso título Cómo la música Bluegrass destruyó mi vida. Su último álbum, Red Cross, fue póstumamente publicado en 2003 tras su muerte durante una operación para ponerle un bypass dos años antes, a la edad de 61. Es un cajón de sastre pero hay algunas piezas eléctricas divagantes y fantasmales que son obsesivas, incluso elegíacas. Desde entonces, el sello Dust to Digital ha publicado Your Pat Comes Back To Haunt You: the Fonotone Years 1958-1965, una ilustrativa y brillantemente comentada caja de 5 CDs de su primeras obras y otro testimonio de su singular talento. 

Bromista serio, cuyo genio le llevó por algunas carreteras oscuras, hacía música sin letras con una guitarra de seis cuerdas, música rebosante de ideas y de invención, tan constante y firme, que parece evocar toda la historia de la música popular y sin embargo sugiere un lugar más allá de ella, un lugar a la vez real y mítico, atemporal y resonante. Él una vez describió su don como "inspiración divina y un subconsciente abierto". Era, y sigue siendo, conmovedor: un gran universo evocado a través de seis cuerdas de acero y una portentosa imaginación. 




Traducción. Sorrow