viernes, 23 de agosto de 2013

LOS NEGATIVOS: GRADUADOS EN UNDERGROUND

Fernando Fernández Rego
La Fonoteca


"Ser diferente siempre es más excitante que ser como todos"

Los Negativos fueron una pequeña isla en nuestra escena, un grupo que toma el relevo de Los Salvajes en cuanto a la manufactura de psicastenia de gran calidad. Un grupo que en el 84 en Barcelona se decantó por fusionar la música de los 60 y los 70 de la Costa Oeste norteamericana y el pop nacional de los 80 para generar un espectro sonoro único e irrepetible que podemos definir como Piknik Caleidoscópico o cóctel explosivo de psicodelia, garage y pop preciosista.

Los Negativos se encargaron siempre de reivindicar el pasado pero hoy en día es necesario reivindicarlos a ellos. Quizás el grupo más brillante que han dado estas tierras en cuanto a revivalismo sixty y pop psicodélico que no se queda en una mera repetición de clichés sino que desarrollaron un pop de vanguardia de muchos quilates. Un grupo que en la escena mod / sixty goza del calificativo de banda de culto, algo a lo que se acercaron sin lograrlo formaciones como Elephant Band, Los Flechazos o Doctor Explosion.


Desde su myspace desmontan unos cuantos mitos: “Algunos piensan que Los Negativos eran una banda de Barcelona de los 80, pero sólo dos de ellos nacieron allí / Algunos creen que hacían psicodelia, pero crecieron escuchando punk / Algunos piensan que su único disco es Piknik Caleidoscópico, pero yo que tú escucharía todas sus canciones / Algunos piensan que son una banda de culto, pero eso no es cierto, sólo son dandies entre basura / Algunos han leído sus letras, pero sólo tú podrás entenderlas... / Si estás aburrido de un mundo sin Brian Jones”.

Lo cierto es que Xavi Moreras (guitarra), Carlos Estrada (bajo), Roberto Grima (guitarra) y Valentín Morató (batería) montan Los Negativos con la firme intención de dar rienda suelta a un universo propio que bebe de los grupos clásicos de la psicodelia estadounidense y británica. Apenas un año después de despegar se producen los primeros cambios en la formación: Alfredo Calonge (voz, guitarra y farfisa) sustituye a Xavi Moreras.


Una primera maqueta con cuatro cortes -“Viaje al norte”, “Moscas y arañas”, “Graduado en underground” y “El club del cerdo violeta”- grabada con un cuatro pistas los pone en boca de todos gracias a ser radiada en Diario Pop de Radio 3, incluso la Rockdelux se hace eco publicándoles el flexidisc “Moscas y Arañas” (Rockdelux, 1986) que incluía la canción homónima. Su impacto cada vez es más grande y participan en la fiesta del Diario Pop que se realiza en la sala Universal de Madrid junto a Ana Curra,  El Último de la Fila, Siniestro Total y Loquillo y Trogloditas. El concierto es trasmitido en directo por el Diario Pop a todo el país. Además graban “Graduado en underground” en los estudios Track para el programa Auambabuluba de TVE.


Pronto entran en el estudio a grabar su primer disco “Piknik Caleidoscópico (Victoria, 1986). Aunque no lo sabían -ni siquiera se les pasaba por la cabeza- tienen entre manos uno de las joyas de la corona del underground nacional. Un disco que destila pop preciosista, psicodelia multicolor y garage enérgico salpicado de arreglos de clavicordio, vibráfono, guitarras de doce cuerdas y Love, The Seeds, The Byrds y Brian Wilson en la recámara.

Su problema -como el de muchos otros- fue adelantarse a su tiempo. Ser de los primeros en destapar el frasco de las esencias sixty  trae como principal consecuencia el malditismo y la incomprensión pero Los Negativos supieron esquivar en cierto modo tales efectos secundarios. De hecho diecinueve años después de su lanzamiento el disco sería reeditado por Mushroom Pillow en CD incluyendo cuatro cortes extra procedentes de su maqueta inicial, “Piknik Caleidoscópico (reedición)” (Mushroom Pillow, 2005), y en el 2008 haría lo propio con una edición en vinilo que se agota con celeridad.

En una entrevista concedida a Xavier Valiño comentaban que “en los 80 tener a los Love, Brian Wilson o los Seeds como referencia era una losa de cara a los periodistas musicales, no como ahora, que es moderno y culto. ¡Qué pesados!... Estábamos fuera de época en los 80 y estamos fuera de época ahora con la reedición, porque somos un grupo de los 80, pero no deja de ser gracioso que se entienda la obra diecinueve años después. Los Negativos estuvimos implicados en el movimiento garage / psicodélico de mediados de la década con grupos como Sex Museum, sin ir mas lejos.”.



Un año después entregan “18º Sábado Amarillo” (Victoria, 1987), once temas más accesibles entre los que destaca “Bagdag”, sin duda una de sus mejores composiciones. Tras este disco la banda se mantiene a flote con numerosas bajas en el frente -Alfredo Calonge y Roberto Grima abandonan para sacar a delante el proyecto pop-soul Doctor Love que ponen en marcha mientras Estrada y Morató realizan el servicio militar- y continuos cambios hasta que se estabiliza con Estrada y Morató secundados por Carlos de Ordax (voz y guitarra), David Martínez (hammond) y Dani Fontrodona (guitarra), que sería sustituido posteriormente por Ernest Barniol.


Son años oscuros en los que entregan canciones sueltas en recopilatorios pero ningún albúm nuevo -en el limbo quedaría el inconcluso “El Misterio de la Dama de Corazones”- hasta que en el 96 llega “Las Cintas de Thule” (Al.leluia, 1996), disco que recoge grabaciones en directo de la banda. Ese mismo año Estrada y Morató se asocian con Albert Ramírez (voz, guitarra y teclados) para grabar material nuevo, "Puzzle" (Al.leluia, 1996). Alfredo Calonge por su parte pone en marcha Bondage.

Cuando parecía que no volveríamos a tener noticias suyas en el 2009 vuelven para entregarnos “Dandies Entre Basura” (Bittersweet, 2009), un trabajo que aunque como es evidente se recibe con cierto recelo pronto recibe elogios gracias a composiciones como la que da título al disco, “Flash!” o “Creación instantánea”. Un trabajo realizado con libertad absoluta, un experimento sonoro con entidad propia que se encargaron de preparar a fuego lento para en el último momento buscar una discográfica que lo editase, y esa no fue otra que Bittersweet.


En la música nunca se trató de ganar o perder -aunque haya habido vencedores y vencidos- ni de vender o no vender -aunque existán los discos de oro y platino- sino de hacer lo que a uno le gustaría escuchar y trascender. En ese sentido Los Negativos han conseguido la admiración y el respeto de un público que los recuerda más de veinte años después. Eso es lo importante. 

“Por favor, juega al juego hasta el final… en verdad lo importante no es ganar”.

miércoles, 21 de agosto de 2013

LOS CHEYENNES: INCONFORMISMO GARAJERO

Àlex Oró 
efe eme nº 76, 25/10/2010



“Todo estaba a punto para iniciar la sesión en TVE cuando ésta fue interrumpida por el cura-censor de los estudios que exigió un inmediato corte de las melenas a lo que el grupo se negó y, por ello, se quedaron sin aparecer en la pantalla pequeña”

No hay duda, si hablamos de garaje español y de los años 60, hay que situar en el puesto de honor a Los Cheyenes. Una de las formaciones menos conocidas de nuestro pop, pero cuyo escaso legado continúa sorprendiendo a quienes se acercan a él de nuevas. Su discografía acaba de ser recogida en un volumen por el sello Vinilísssmo (asociado a Munster Records).

Cuarenta y un centímetros. No estamos hablando del atributo sexual de un actor porno sino de la longitud de los cabellos de Roberto Vercher, el guitarra solista, cantante y principal compositor de Los Cheyenes, el grupo más rebelde, garajero y salvaje del ye-yé español. Sus compañeros de grupo no le iban a la zaga, en lo que a costumbres capilares se refiere. Así, Joselín, su hermano pequeño y bajista, le ganaba por dos centímetros. La pelambrera de Ramón Colom, el batería, medía 40 centímetros y el menos osado, el guitarra rítmica José María Garcés, lucía unos “modestos” 37 centímetros. Para la prensa musical de la época parecía que la longitud de los cabellos del grupo era la principal característica de esta formación, que también destacaba, según la revista “Fans”, por estar integrada por un grupo de muchachos barceloneses “inconformistas” que “hablan catalán perfectamente”.

Y algo de eso hay. Los Cheyenes era un grupo con vocación rebelde. Explica Roberto Vercher que el nombre de la banda fue inicialmente el de Guitarras Cheyenes, una denominación inspirada en los “westerns” de doble sesión que se podían ver en aquella época en el cine, y que hacía referencia a los indios más salvajes que aparecían en pantalla. Con este antecedente no es de extrañar que Los Cheyenes enseguida buscaran un sonido propio, más aguerrido, más rasgado, más contundente y mucho más crudo que el del resto de bandas de la época. En opinión de José Vercher, el grupo consiguió esta peculiaridad sonora “por casualidad” y por el empuje juvenil y rebelde que tenían (Joselín tenía catorce años cuando el grupo empezó a ensayar en 1962). Su hermano Roberto, en cambio, sostiene que fue la técnica, concretamente los amplificadores Vox, los que permitieron a Los Cheyenes distinguirse musicalmente del resto de bandas de Barcelona.

El inicio de su carrera musical no fue fácil. Fueron rechazados por todas las compañías discográficas a las que les presentaron sus primeras composiciones como Belter y Vergara. No obstante, la fuerza de sus directos era conocida en toda la ciudad y ello les permitió participar en un festival en el Palacio de Deportes en el que tocaron The Animals. Esta actuación les abrió las puertas para actuar en algunos programas de radio que se emitían en directo. Una de estas retransmisiones fue escuchada por Pedro Heredia, relaciones públicas de RCA, que enseguida les puso un contrato encima de la mesa, que Los Cheyenes no dudaron en firmar.

Joselín y Roberto Vercher coinciden en que Heredia se convirtió en un segundo padre para ellos y el resto del grupo. Fue él quien potenció la imagen capilar de Los Cheyenes, su rebeldía y también quien escribía muchos de los textos y entrevistas que salían en las revistas. Joselín recuerda que fue el mismo Heredia quien sugirió una de las tretas más originales para promocionar el grupo, la “Operación Dalida”. “Nos alojaron en el Hotel Castellana Hilton y después nos trasladaron a Radio Madrid. Allí unos barberos nos debían cortar el pelo. A la hora de la verdad, no nos dejamos cortar la melena, el símbolo de nuestra identidad. A la salida nos esperaban  decenas de fans que nos arrancaron la ropa y tuvo que intervenir la policía”.


‘VÁLGAME LA MACARENA’, EL PRIMER ÉXITO

La carrera discográfica de Los Cheyenes fue tan corta como intensa. Sólo editaron cuatro extended plays y un single para RCA. El primero de estos microsurcos llevaba por título genérico ‘¡El estallido!’, toda una declaración de principios para un grupo que quería romper moldes. El disco se abría con ‘Válgame la Macarena’, una imposición de la compañía discográfica que buscaba calcar la fusión de beat y rancio folklore hispano que Los Brincos habían conseguido con ‘Flamenco’ y que otras bandas como los Tomcats con ‘A tu vera’, Los Gatos Negros con ‘María Lola’ o Los Roberts con ‘Ave María Lola’ también habían imitado.

Roberto Vercher recuerda en tono jocoso la primera vez que oyeron ‘Válgame la Macarena’: “nos la tocó al piano su compositor, el maestro Jorge Domingo, y me sonó horrible, como una copla. Me resultó cómico”. Tras las risas y la perplejidad, la estupefacción: “esto no lo puedo hacer, pensé”. Pero acto seguido, el joven guitarrista cheyene vio la luz (o las señales de humo) y se dijo para si mismo: “la voy a destrozar. La cantaré como un rock cambiándole el ritmo”. Tras pasar por el tamiz de Los Cheyenes a la pobre Macarena ya no la conocía ni su madre. El ritmo beat, el sonido oscuro y la rabia de Roberto cuando la cantaba la transformaron en una de las piezas más divertidas del garaje español de los sesenta. El resto de temas incluidos en ese EP de debut eran ‘No me esperes’, compuesto también por el maestro Domingo; ‘Lloré por ti’, la primera canción original del grupo, firmada por Roberto Vercher y José María Garcés, y una versión de ‘Come on now’ de The Kinks, que el grupo tituló como ‘Ven ahora’. Este primer disco ofrece toda la paleta de posibilidades que tenían Los Cheyenes. Por una parte, eran capaces de llevar a su terreno temas con poca vocación juvenil, hacían versiones de sus grupos favoritos con gracia y soltura y, además, eran capaces de aportar temas propios a su repertorio, en este caso una balada de desamor de esas que tanto gustaban a mediados de los sesenta.

Que “¡El estallido! incluyera una canción de The Kinks no era una casualidad. La banda de los hermanos Davies era una de las preferidas de Los Cheyenes junto a The Hollies, The Dave Clarke Five y The Rolling Stones. Es curioso que no versionaran a The Beatles, quizás porque en Barcelona, los temas de los “fab four” eran casi, casi una parcela exclusiva de Los Mustang. En este sentido, Joselín Vercher destaca que pese a que “tenían un gran respeto” por la banda de Santi Carulla también es cierto que “teníamos cierta manía a los grupos más románticos y elducorados”. No obstante, Roberto, principal compositor del grupo reconoce que “los tiempos nos obligaron a cantar canciones de tema amoroso aunque nuestra vocación fuera otra”.


“Uno de los responsables de la Policía Armada les firmó un salvoconducto ‘que enseñábamos cada vez que nos pedían la documentación y así nos libramos de visitar más comisarías”.

LA FAMA, LAS MELENAS, EL CURA Y LA POLICÍA

El éxito del primer disco y el apoyo promocional de Pedro Heredia les permite conseguir un buen nivel de popularidad. Joselín recuerda que las fans los asaltaban en la calle y que cada vez que salía de casa llevaba unas cuarenta postales promociónales para repartir entre sus seguidoras.

Los Cheyenes consiguieron un gran número de bolos e incluso la posibilidad de aparecer en TVE. El grupo fue convocado en los estudios barceloneses de Miramar para grabar unos play-backs. Todo estaba a punto para iniciar la sesión cuando ésta fue interrumpida por el cura-censor de los estudios que exigió un inmediato corte de las melenas a lo que el grupo se negó y, por ello, se quedaron sin aparecer en la pantalla pequeña. Pero esa no era la peor consecuencia de llevar el pelo largo, el pequeño de los hermanos Vercher afirma que cada miembro del grupo recibía unas 30.000 pesetas de la época por cada tres o cuatro bolos. En una ocasión, él llevaba dicha cantidad en el bolsillo y la estaba despilfarrando en el Corte Inglés y allí fue detenido por sus pinta ya que los agentes no creían que un sujeto con esos pelos se ganara la vida de manera honrada. Joselín añade que fueron llevados a comisaría numerosas veces por este motivo (estaba en vigor una ley de “vagos y maleantes”, que era un cajón de sastre para detener a todo aquel que destacara por su imagen). El problema siempre se solucionaba con una llamada de RCA explicando quiénes eran los muchachos detenidos. El remedio para acabar de una vez por todas con estas situaciones fue tocar en un festival de la Policía Armada (los temidos “grises”). Uno de los responsables del cuerpo les firmó un salvoconducto “que enseñábamos cada vez que nos pedían la documentación y así nos libramos de visitar más comisarías”.

Volviendo al tema musical, en 1965 Los Cheyenes grabaron su segundo EP que seguía el patrón del primer lanzamiento: un tema del maestro Domingo (‘Devuélveme el corazón’), dos del tándem Vercher-Garcés (‘Conoces el final’ y ‘¿Porqué te fuiste?’) y una versión, en esta ocasión de ‘You know he did’, de The Hollies y que el grupo tituló ‘Y olvídame’. ‘Devuélveme el corazón’ pese a ser un tema romántico estaba tocado al más puro estilo Kinks mientras que ‘Y olvídame’ se convirtió en una de las canciones más recordadas del grupo, e incluso fue versionada por Los Flechazos.



El grupo se encuentra en su máximo apogeo y en 1966 graba dos nuevos extended-plays. En estos nuevos microsurcos el grupo se libra un poco del corsé romántico y graban temas como ‘No pierdas el tiempo’, ‘He perdido este juego’ y, sobre todo, la furibunda y garajera ‘Bla, bla, bla’, que en opinión de Roberto Vercher reflejaban más el espíritu contestatario del grupo. Esta actitud rebelde se tradujo en un rechazo sistemático de muchas de las letras de las canciones que Los Cheyenes presentaban a la censura, asegura Joselín.

UNA HISTORIA REPETIDA

Con cuatro discos pequeños en el mercado parecía que Los Cheyenes sólo tenían una asignatura pendiente, grabar un LP. Pero no. La asignatura pendiente que tenían, sobre todo Roberto, eran unas vacaciones pagadas vistiendo de caqui. Lo que no consiguió el cura de TVE, los grises o el gremio de barberos lo lograron los sargentos chusqueros del ejército franquista. El mayor de los Vercher, líder del grupo y conocido con el nombre de “Pie Loco” por la manera como se movía en los escenarios, se tuvo que cortar el pelo.

La mili truncó la carrera del grupo, una historia que se repitió con muchas otras bandas de la época. La marcha de Roberto obligó a introducir cambios en la formación de Los Cheyenes. Entra un cantante llamado Michel y un guitarrista llamado José Luis Moro, que, según José Vercher, aportaban mejor técnica pero carecían del “punto de locura artística” de Roberto. El grupo no deja de tocar en directo pero llega un momento que se cansa de los bolos y como los chavales eran hijos de su tiempo, se fueron a vivir a Ibiza a dilapidar todo lo que habían ganado y a esperar que el mayor de los hermanos Vercher acabara con sus deberes patrios. “No nos importaba el dinero, creíamos en un cambio de la sociedad y queríamos vivirlo de la manera que nos parecía mas correcta”, explica Joselín.

En 1967, RCA exige al grupo que grabe un nuevo disco, el último que les quedaba por contrato. Durante uno de los permisos de Roberto graban ‘Borrachera’, el único tema del que el grupo abjura. “Era una horterada pero fue nuestra manera de reírnos de la compañía.”


EL FINAL

En 1968 Roberto acaba la mili. Pero las cosas ya no son como antes y el mayor de los Vercher no se siente a gusto en el seno del grupo. Tiene discrepancias artísticas con sus compañeros, decide dejar su carrera musical y se traslada a vivir a Alemania. Unos años después volvió a España y ahora es funcionario del ayuntamiento de Palau-Solità i Plegamans (Barcelona). Con la marcha del principal compositor de la banda, Los Cheyenes no tienen futuro y se disuelven. La desbandada hizo que el cantante Michel se quedara en Ibiza, José Luis Moro alquiló sus servicios de guitarrista a artistas como Víctor Manuel o Dino Salerno y después entró a trabajar en Iberia. José María Garcés y Ramón Colom dejaron la música. José Vercher, por su parte, se afilió al Partit Socialista Unificat de Catalunya, el PSUC, donde conoció al músico leridano Salvador Escribà, con quien a mediados de los setenta fundó La Salseta del Poble Sec, una de las formaciones de baile más apreciadas en Cataluña y con la que también colaboró ocasionalmente Roberto. En la actualidad es funcionario del ayuntamiento de Barcelona.

Los Cheyenes han sido una de las pocas bandas de Barcelona que no han tenido la tentación de volver a los escenarios tal y como han hecho otros compañeros suyos de generación como Los Sírex, Los Salvajes o Los Mustang. Desde su disolución, sólo han actuado una vez con ocasión del festival “Hasta luego cocodrilo”, celebrado en la Ciudad Condal en 1978 y “por ahora no nos apetece subirnos otra vez a un escenario”, subraya categóricamente Roberto que confiesa vivir ajeno al reconocimiento que ha tenido el grupo cuarenta años después de su lanzamiento discográfico. Una lástima.


lunes, 12 de agosto de 2013

BEAT HAPPENING: ROCK PRIMITIVO

Javier Becerra, Feedback-zine



¿Cuántas veces has oído el nombre de BEAT HAPPENING citado en los artículos de tus grupos favoritos?. ¿ Nunca te ha picado la curiosidad al ver que gentes como SONIC YOUTH, NIRVANA, LUNA, THE CRAMPS, FUGAZI, YO LA TENGO o HEAVENLY hayan manifestado su admiración por ellos?. ¿Todavía no sabes nada de estos subterráneos genios del rock norteamericano?. ¿A qué esperas? 

La historia, de nuevo, empieza en los Estados Unidos en la segunda mitad de los años 70. El punk estaba demoliendo los cimientos del monstruo ampuloso en el que se había convertido el rock durante esa década, inyectándole de nuevo vida y diversión. En la localidad de Olympia, estado de Washington, un adolescente llamado Calvin Jonhson se sintió fascinado con el movimiento y pronto empezó a dar sus primeros pasos en el mundo de la música. En primer lugar dirigió su propio programa de radio en la emisora KAOS-FM de Olympia . Poco después debutaría en el periodismo musical como crítico en la revista OP a la par que funda su primer grupo, los efímeros BEACH HEADS, tanto que tras su primera actuación se disolvieron.

En solo unos años Calvin ya había tocado casi todos los palos de la música, sin embargo en 1982, fiel a la filosofía del do it yourself decide montar su propio sello discográfico K RECORDS. Inicialmente se dedicaban difundir las grabaciones de sus amigos a través de cassettes, pero poco a poco se fue profesionalizando primero editando singles y luego lp´s, convirtiéndose durante los 80 y los 90 en uno de los sellos más atractivos de la escena alternativa norteamericana gracias a nombres como MECCA NORMAL, SOME VELVET SIDEWALK, LOIS, THE SOFTIES, HALO BENDERS, DUB NARCOTIC SOUND SYSTEM, los propios BEAT HAPPENING o el mismísimo BECK, quien ya ha editado dos álbumes con el sello de Olympia.


Casi paralelamente al nacimiento de K Records, en 1983, surgen BEAT HAPPENING, el trío formado por Calvin, Heather Lewis y Brett Lunsford cuya único propósito era el de juntarse unos amigos y divertirse, de hecho omitían intencionadamente sus apellidos en los créditos de sus discos para, según el propio Calvin, transmitir esa imagen de amistad y amateurismo a sus fans. En ello no se diferencian de muchos otros grupos sin pretensiones. Sin embargo aquí hay quintales de talento, de joyas brutas y canciones aptas para la revisión continua (¡atención grupos que buscan temas versioneables!). Ellos redujeron el pop y el rock a su mínima expresión formal, a un esqueleto melódico y rítmico ajeno a cualquier tipo de sofisticación. El resultado bien podría definirse como un híbrido entre los YOUNG MARBLE GIANTS, GENNE VINCENT, THE CRAMPS y la VELVET UNDERGROUND expuesto con una sencillez a medio camino entre lo naïf y lo provocador, entro lo dulce y lo psicótico, convirtiendo sus trabajos en un excitante libro de rudimentarios bocetos proto-rock al que siempre se podrá acudir cuando se busca la satisfacción segura.


Las distancias geográficas entre sus miembros (Calvin en Olympia, Bret en Anacorten, a mil millas de Olympia y Heather en Seattle) no dificultaron la creación de una obra discontinua que se inauguró en 1984 con el single "Our secret / What´s the important" y que, tras 5 lp´s, tiene todavía su último capítulo en el espléndido "You turn me on" editado 1992, ya cuando contaban con cierta popularidad en Europa y grupos como HOLE, LUNA O TEENAGE FAN CLUB se habían encargado de versionear sus temas. Desde ahí no ha existido ninguna grabación mas bajo el nombre de BEAT HAPPENING, lo que hace más que probable su fin como grupo. Sin embargo cuando a Calvin se le preguntaba desde la revista Factory en 1996 si se había disuelto BEAT HAPPENING, él contestaba que estaban centrados en otros proyectos, pero que ello no quería decir que se hubiesen separado. Aunque, en fin, a casi 10 años de su último trabajo uno tiene ya sus serias dudas. Pero pase lo que pase nos queda una selecta discografía a descubrir y un mito de culto a reivindicar. Como siempre el reconocimiento masivo llegará con varios años de retraso.


Discografía:

BEAT HAPPENING ( K/ Rough Trade, 85)

El primer manifiesto de la filosofía de Beat Happening ya incluye todas las notas que definen su sonido: urgencia guitarrera con reminiscencias del rock n´roll clásico y el punk a partes iguales, percusiones monótonas y minimalistas vía Moe Tucker, melodías entre el pop naif y el rock perverso y un radical contraste entre la cavernícola dicción de Calvin y la brillante y aniñada voz de Heather. "Foggy eyes", "Let him get to me" o la rolliza "Down at the sea" son, bajo su tosca apariencia, hits potenciales de pop primario absolutamente memorables. Por otra parte, en su vertiente más oscura, destacan las impresionantes "Bad seeds" y "I spy". Especialmente recomendable es la reedición de este trabajo en cd, incluyendo su primer single "Our secret", junto a varias tomas caseras y temas inéditos antes sólo disponibles en casette.




JAMBOREE (K/ Rough Trade, 1988)

Posiblemente el disco más árido e impenetrable del trío. Las aristas están ahora completmente afiladas y frente a la ruda ambrosia pop de su debut aquí se muestran con un actitud más punk que nunca: directos, incisivos y punzantes. "Bewitched" e "In between", los dos trallazos que abren el disco, así lo demuestran sin la más mínima concesión y son el previo a "Indian Summer", una preciosa canción que se convirtió en uno de sus clásicos y fue revisada por LUNA años después. Su lado más subversivo sale a relucir a través de "Jamboree" y "Ask me", ambas a capella con un minúsculo apoyo percusivo, la alucinante "Midnight a go-go", de prostituidos aires sixties o la surrealista boutade rudisita de "The this many boys club", grabada en directo con Calvin al borde del delirio (fíjense en el grito del publico que lo cierra). Ya eran grandes en la sombra.


BLACK CANDY (K/ Sub pop/ Rough Trade, 1990)

Ante temas como "Other side" (perfecta conjunción entre Calvin y Heather) o la inmensa "Cast a shadow", uno de los mejores momentos de toda su discografía, ya no vale hablar de Beat Happening como si se tratase de una divertida travesura intrascendente. Aquí se están escribiendo, con letra mayúscula, una de las paginas más increíbles del pop independiente de la pasada década. No, no existe ni un solo segundo desperdiciable en esta grabación. Calvin ya le toma la medida a las melodías arrebatadoras y saca a relucir su lado más dulce con "Tv Girl" o la mencionada "Cast a Shadow", sigue explorando las aguas mas turbias del rock mediante "Black Candy" o "Pajama party", y en el alucinante cierre del disco con "Ponytail", tres minutos y pico de guitarrazos in crescendo nos pone la piel de gallina. Si con sus dos trabajos anteriores existía alguna duda, aquí no existe ni un ápice de indecisión. Sin rodeos: obra maestra.



DREAMY (K/Sub pop/ Rough Trade, 1991)

El segundo disco de su trilogía mítica contiene "Collide", una cumbre dentro de ese pop turbio en sus estrofas, exultante llegado al estribillo y convertido en un caramelo envenado dentro del oídos. Solo por esos minutos este trabajo debería pasar a la historia pero de nuevo nos encontramos ante otro trabajo que derrocha oro en todos y cada uno de sus surcos. De nuevo con dos caras en una misma moneda. Oro de un fulgor melódico y emotiva como la de "Left behind" , "Cry for a shadow" o la deliciosa "Fortune cookie prize" , esta última con Heather absolutamente grandiosa. Oro negro y opaco en " Me untamed" , "Nancy sin" y la velvetiana "I´ve lost you". De nuevo un disco soberbio, quizá el más indicado para iniciarse en el grupo. Segunda obra maestra.




YOU TURN ME ON (K /Sub pop / Rough Trade, 92)

La mayoría de la crítica se inclina por "Black Candy" o "Dreamy", pero, en mi opinión este es, por milímetros, el mejor disco de toda su carrera. No supone ningún cambio, mas bien una involución hacia la perfección y conjunción absoluta de un estilo personal como pocos, amen de la incorporación de Stuart Moxhan (ex- Young Marble Giants) como productor en 4 de los temas. Destacar la seductora alternancia de las voces de Calvin y Heather, brillo y mate en una fotografía magistral como "Bury The Hammer", los mas de 9 minutos amagando una explosión de "Godsend" retando la resistencia nerviosa del más tranquilo y la bellísima "Tiger trap", un retazo de pura miel encargada de abrir el disco. En el resto mas de lo mismo, otra nueva muestra de melodías de pop bien perezoso ("Noise" , Spleedy Head"), bien dinámico ("Teenage Caverman") y cavernoso rock de tintes paranoicos ( "Pinebox Berby", "Hey day", You turn me on") construidas con los mismos mimbres y un nivel de calidad insuperable. Tercera obra maestra.



NOTA: Existe un disco, "Beat Happening 1983-1985" (Feel-Good All Over, 1991), que al parecer recoge material inédito de la banda previo a su primer álbum. No he tenido la ocasión de poder escucharlo, pero todo indica a que dicho material se trata de los temas recogidos en la reedición de "Beat Happening". 

domingo, 4 de agosto de 2013

UNA TARDE CON BAND OF HORSES (Entrevista)

Andreu Cunill
Ruta 66, 24/02/2010


Cada vez entiendo menos de hypes, de modas y demás mandangas mercantilistas en el mundo de la música. Y el efecto Band Of Horses solo hace que alimentar ese enorme vacío que se está creando entre un servidor y lo que peta, lo que supuestamente está pegando fuerte y lo que se debe escuchar. No entiendo por qué ciertas bandas llenan las salas a rebosar y otras que creo que deberían hundir estadios, no se comen ni la habitación de mi comedor. Esto me sitúa en un lugar muy claro. Nunca seré promotor de conciertos. Y digo esto porque Band Of Horses venían con el cartel colgado de no hay entradas, y no es que me molestara en absoluto. Me gusta mucho la banda. Pero no entendía ese efecto.

Lo cierto es que después de la entrevista fallida de mi compañero Álvaro Fierro, era nuestro deber poder pillar a la banda en su cenit de popularidad y charlar sobre ese terremoto mediático que les rodea, en el que han pasado de ser el gran secreto de Pichfork, a llenar grandes arenas siendo teloneros de Pearl Jam en menos de lo que yo tardo en comerme un bocata de jamón serrano. Y me intrigaba saber cómo quedaba la salud mental de la banda, cuáles fueron los ánimos que rodearon la grabación de su última obra [más bien penúltima ya que en 2012 publicaron Mirage Rock], el magnífico Infinite Arms, y cuáles eran sus proyectos de futuro. Eso es lo que le preguntamos al bueno de Tyler Ramsey, un tímido y alto bonachón feliz de la vida de poder vivir esa experiencia con una gran banda. Tyler cuéntame…


Pocas veces me he encontrado con el nombre de una banda que refleje tan bien su sonido, ¿Cómo describirías vuestra música?

Me cuesta responder a esta pregunta. Podría decir que somos una banda de rock de guitarras. También podríamos decir que somos una banda indie de rock, pero tenemos demasiadas influencias del pasado como para considerarnos así. Nos consideramos una banda de rock clásico. Eso es lo que mejor encajaría en nuestro sonido.

De la misma forma, el título de vuestro último disco, Infinite Arms, es un pasillo que invita a escuchar ese sonido de amplitud sónica que habéis conseguido en vuestra última grabación. ¿De dónde salió este título?

Todo vino de Ben. La verdad es que encaja a la perfección. Y de alguna manera refleja nuestra amplitud de influencias y nuestra ambición de abarcarlas todas consiguiendo al mismo tiempo nuestro propio sonido.


En vuestra historia reciente habéis sufrido muchos cambios de formación, ¿es ahora Band of Horses una banda sólida o por el contrario es más un proyecto personal de Ben Bridwell?

Yo he sido el último miembro que entré y esto pasó hace más de tres años. Hemos girado muchísimo durante este tiempo y esto nos ha ayudado a consolidarnos como grupo humano y como formación musical. Al principio llevábamos otro guitarra de gira pero Ryan empezó a tocarla en las canciones que no hacían falta los teclados y vimos que podíamos sonar como queríamos con la formación que somos ahora. No sé si ésta es la formación definitiva, pero sí es una que consigue trasladar en directo toda la ambición sonora que se planteó en el estudio.

En los créditos del disco todos los miembros tocáis muchos instrumentos diferentes ¿Cómo componéis?

Cada uno escribe en casa. Todos vivimos muy lejos el uno del otro pero gracias a internet nos podemos mandar nuestra canciones y decidir cuáles queremos trabajar y cuales desechamos. Ben trabaja las letras en su casa también. Esta primera parte del proceso podríamos decir que es la etapa casera. Cuando tenemos suficiente material nos reunimos todos y lo trabajamos conjuntamente y allí es donde se convierte en una canción de la banda. Todos juntos en una habitación hacemos que acabe sonando a nosotros como colectivo y la despojamos de cualquier sabor individual. Así es como hemos trabajado en Infinite Arms. Los otros discos eran más un proyecto de Ben con los músicos que tenía en aquel momento.

¿Existe la democracia en un grupo de rock?

Yo siento que sí. Ben escribe la mayoría de las letras y yo me alegro porque comporta una gran responsabilidad que a mí personalmente no me apetece asumir. Pero Ben está muy abierto a todas las aportaciones que podamos hacer los miembros de la banda. Cualquier ingrediente es bueno siempre que aporte algo positivo al resultado final, venga de quien venga. Ben es un tío generoso en todos los aspectos; con la audiencia pero también con la banda, y eso crea una atmósfera relajante en la que todos sentimos que aportamos, y en la que, Ryan, por ejemplo, puede ser el cantante solista o yo también, si la canción lo requiere. Y no pasa absolutamente nada.

Yo creo que con Infinite Arms disteis un gran paso a nivel de arreglos, convirtiéndolo en un trabajo más ambicioso que los demás. ¿Teníais algún disco o algún grupo en mente mientras grababais?

No recuerdo ninguno que nos sirviera realmente de referencia para lo que estábamos grabando. Escuchábamos mucho a Kid Cudi para relajarnos de nuestra propia música.


¿Cuál es tu canción favorita del disco?

Cambia constantemente. Cada noche tengo una distinta.

Esta vez decidisteis produciros vosotros mismos, ¿no creíais en nadie para ayudaros en este disco?

Empezamos a trabajar con Phil Ek, el productor del anterior disco, pero luego nos fuimos de gira y al volver fue imposible coordinar nuestras agendas para coincidir. Decidimos que lo podíamos hacer nosotros mismos. Bill Reynolds tuvo un estudio antes y tiene un gran conocimiento del proceso de grabación. Ben y Ryan también han aprendido mucho a lo largo de los años y cuando vimos que no podíamos contar con Phil, hacerlo nosotros se convirtió en un reto divertido. No tener nadie externo que decida sobre tu proceso creativo hace que las cosas fluyan mucho más rápido y te permite llegar donde quieres sin ninguna interferencia.

Bueno algunas veces un productor puede ser una interferencia pero otras un catalizador para lo que andabas buscando y no sabías cómo encontrarlo.

A mí no me importaba en absoluto tener a Phil en el estudio. Cuando hablaba de alguien hablaba en general. De hecho yo estaba excitado con la idea de trabajar con él, sobre todo si tienes en cuenta los grandes álbumes que ha hecho. Es increíble verle trabajar y es muy inspirador ver cómo consigue un determinado sonido de guitarra.

Tú decías que no tener productor te permite ir directo al corazón de las ideas sin demasiadas interrupciones, pero supongo que cuando en un grupo todo el mundo opina y toma decisiones también suele entorpecer bastante el proceso creativo. ¿Cómo os organizasteis?

No recuerdo ni una sola discusión mientras estábamos grabando. Todo lo contrario. Cuando alguien proponía una idea, por muy estúpida que pudiera parecer, siempre la probábamos y normalmente todos coincidíamos si al final podía encajar o no. Uno se da cuenta rápido si su idea ayuda a crecer la canción o si, por el contrario, no funciona para nada. No hace falta que se lo digan los demás. Sé que suena raro, y más en una banda de rock, pero no hubo ni un solo conflicto y todos gozamos de una libertad absoluta para proponer todas las locuras que se nos pasaban por la cabeza sin contar con ninguna censura por parte de los demás.

La fama de Band of Horses ha crecido exponencialmente en este último año, ¿Cómo está afectando a la banda ese salto a la popularidad?

No creo que nos afecte demasiado. Al menos yo no percibo nada, ni en mí ni en los demás. Fuimos los teloneros de la gira de Pearl Jam y esto nos abrió un mundo nuevo de grandes arenas con el que no estábamos familiarizados. Puede que aprender a tocar en sitios como éste ha sido el cambio más grande. En sitios grandes si quieres dar un gran show tienes que estar más organizado y ser más responsable, si no puede llegar a ser un desastre.

¿Qué prefieres, grandes arenas o pequeños clubes? Yo creo que nadie se atreve a reconocerlo en una entrevista pero todo artista aspira, al menos una vez, a tocar en un gran estadio con una gran audiencia.

Estoy totalmente de acuerdo. Poder tocar en grandes estadios y tener el calor de una gran audiencia disfrutando de tus canciones es una experiencia intensa, pero también debo decirte que una gran noche, una noche de éstas que te salta el corazón, no depende de que el lugar sea más grande o más pequeño, depende de esa comunión que a veces sucede; entre todos los músicos de la banda primero y entre éstos y su audiencia después, y esto lo puedes tener en un gran estadio o en un club con cincuenta personas.

¿Qué es lo que más te gusta de estar en una banda como Band Of Horses que no hubieras podido conseguir de ninguna otra forma?

Fácil. Poder tocar con mis mejores amigos cada noche. Poder viajar y compartir con ellos experiencias increíbles y poder tocar en sitios maravillosos como éste en el que estoy ahora. Como te comentaba antes, hace muchos años que vine de turista a Barcelona y te juro que ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar que algún día acabaría tocando aquí con mi banda.

Recientemente habéis editado un single a medias con la estrella de hip hop Cee Lo Green en la que él versiona vuestro tema «No One’s Gonna Love You» y vosotros hacéis su tema «Georgia», ¿Puedes contarme cómo sucedió?

Fue primero Cee Lo quien grabó su versión. Ben la oyó y le gustó mucho y nos propuso que hiciéramos una suya para devolverle el favor. Ben tiene familia en Atlanta y es un fanático de los Georgia Bulldogs, un equipo universitario de fútbol americano. Por eso decidimos grabar «Georgia».

Leí por ahí que conocisteis a Willie Nelson y tuvisteis la oportunidad de tocar con él. ¿Puedes contarme la experiencia?

Nos invitaron a abrir para él en un concierto de dimensiones reducidas en Maui, Hawai, que es donde él reside. De hecho tocamos en un club que estaba a diez minutos de su casa. El día del concierto ensayamos juntos porque teníamos que tocar «Mama Don’t Let Your Babies Grow Up To Be Cowboys» así que al acabar nos invitó a una partida de poker que se debía celebrar más tarde en su casa. Nosotros pensamos que sería algo familiar, que solo estaría él y nosotros y podríamos charlar tranquilamente. De todas formas, para que no nos cogiera desprevenidos, nos pasamos toda la tarde investigando en internet sobre el poker porque ninguno de nosotros sabíamos demasiado y nos ponía nerviosos llegar allí y hacer el ridículo. Cuando llegamos a su casa nos dimos cuenta que aquello no era un encuentro familiar y que se estaba celebrando una partida seria con mucha pasta encima de la mesa. Por su puesto no llegamos a participar y nos limitamos a observar todo el rato sin hablar demasiado.